Una buena calidad de sueño y en cantidad suficiente es imprescindible para una buena salud presente y futura.
Pasamos más de un tercio de nuestra vida dormidos. Por tanto, no es difícil de entender que el sueño es vital para el ser humano, ya que sino constituiría uno de los grandes fracasos de la evolución de nuestra especie. Sin una buena calidad de sueño y en cantidad suficiente es imposible disponer de buena salud presente y futura.
El sueño tanto en calidad como cantidad cambia con la edad (se reduce la cantidad total de sueño y la eficiencia del sueño, aumenta el número de despertares nocturnos, etc.) y también varia la naturaleza y la prevalencia de los trastornos del sueño (entre ellos, el síndrome apnea obstructiva del sueño aumenta).

Dichos cambios se cree que se harían más evidentes en relación al desarrollo de deterioro cognitivo, y específicamente, a la enfermedad de Alzheimer (EA), en este último caso desde años antes de debutar los primeros síntomas. También se ha postulado que trastornos de sueño como las apneas obstructivas del sueño (AOS) pueden constituir un factor de riesgo independiente y modificable para el desarrollo de deterioro cognitivo y específicamente la EA.
La realidad es que existe un infradiagnóstico de los trastornos de sueño en general, y específicamente de AOS en la población mayor de 60 años. Desde CITA-alzhéimer hemos liderado un proyecto para conocer la concordancia entre percepción subjetiva (incluyendo el rendimiento diagnóstico de los distintos cuestionarios), y calidad y cantidad objetiva del sueño.
El estudio ha contado con 322 participantes, todos ellos procedentes del estudio CITA GO-ON, sin historia previa de demencia, de entre 60 y 85 años, con riesgo de desarrollo de demencia incrementado según el índice de demencia CAIDE y sin diagnóstico previo de AOS. En todos ellos se ha realizado evaluación subjetiva del sueño y en más del 90% hemos obtenido también caracterización objetiva mediante dispositivos wearables utilizando una tecnología innovadora (PAT).
Los datos son abrumadores: 1) no existe concordancia entre cómo creen que duermen nuestros participantes y cómo realmente duermen, 2) las mujeres tienen una peor percepción de descanso nocturno y mayor uso de fármacos hipnóticos que los hombres y 3) existe un infradiagnóstico de AOS (hasta un 48.5% de nuestra muestra cumpliría criterios de AOS moderado o grave).
El infradiagnóstico de AOS puede deberse a una mayor frecuencia de síntomas atípicos en la población adulta mayor no adecuadamente reflejados en cuestionarios de cribado tradicionales y por la falta de educación comunitaria de la importancia del sueño en general y del AOS en particular. Dicho infradiagnóstico se hace todavía más evidente en mujeres.

El AOS se asocia a mayor índice masa corporal también en los más mayores, por tanto, fomentar el normopeso es una herramienta clave para su prevención. Además, el AOS aumenta riesgo de hipertensión arterial, cardiopatía isquémica e ictus, por tanto, actuar sobre ello reduciría la copatología vascular asociada al Alzheimer.
Además, se ha postulado que el AOS podría favorecer el depósito de amiloide cerebral, proteína clave en la fisiopatogenia del Alzheimer, y activar numerosos procesos patológicos que desencadenarían en la muerte neuronal. Por tanto, se debate si realmente estaría indicado realizar un cribado activo en aquellas personas con riesgo incrementado de desarrollar demencia.
Es un campo apasionante en investigación y todavía quedan muchas preguntas por responder: ¿un diagnóstico y tratamiento óptimo de AOS mejora el rendimiento cognitivo independientemente del riesgo individual de desarrollo de demencia? ¿el beneficio es el mismo en aquellos con y sin alteraciones biológicas asociadas al Alzheimer? ¿y un tratamiento óptimo y precoz reduce el riesgo de demencia y Alzheimer específicamente?
Desde CITA-alzhéimer, en contexto del ECAD-Study, cofinanciado por el programa de becas Pasqual Maragall Researchers Programme, de la Fundación Pasqual Maragall, y con la colaboración de Fundación ADEY, seguiremos intentando aportar luz a la relación bidireccional de trastornos sueño y deterioro cognitivo y específicamente enfermedad de Alzheimer, apostando siempre por herramientas diagnósticas objetivas, rigurosas y que faciliten su aplicación de forma sencilla a nivel poblacional.
